martes, 24 de enero de 2012

~ Por William Shakespeare ~





SONETO CXVI

Déjame que en el enlace de dos almas fieles
No admita impedimentos;no es amor el amor
Que cambia cuando una alteración encuentra,
O que se adapta con el distanciamiento a distanciarse.
¡Oh, no!, es un faro imperturbable
que contempla las tempestades y no se estremece;
es la estrella para los barcos sin rumbo,
cuya valía se desconoce, aun tomando su altura.
No es amor bufón del Tiempo, aunque los rosados labios
Y mejillas corva guadaña siguen;
El amor no se altera con sus breves horas y semanas,
Sino que firme perdura hasta en el borde del abismo.
Si esto es erróneo y se me puede probar,
Yo nunca nada escribí, ni nadie nunca amó.




SONETO 1




De los hermosos el retoño ansiamos 
para que su rosal no muera nunca, 
pues cuando el tiempo su esplendor marchite 
guardará su memoria su heredero. 
Pero tú, que tus propios ojos amas, 
para nutrir la luz, tu esencia quemas 
y hambre produces en donde hay hartura, 
demasiado cruel y hostil contigo. 

Tú que eres hoy del mundo fresco adorno, 
pregón de la radiante primavera, 
sepultas tu poder en el capullo, 
dulce egoísta que malgasta ahorrando. 

Del mundo ten piedad: que tú y la tumba, 
ávidos, lo que es suyo no devoren. 







SONETO 3



Mira a tu espejo, y a tu rostro dile: 
ya es tiempo de formar otro como éste. 
Si no renuevas hoy su lozanía, 
al mundo engañas y a una madre robas. 
¿Quién es la bella del intacto seno 
que tu cultivo marital desdeñe? 
y ¿quién tan loco para ser la tumba 
de un amor egoísta sin futuro? 

Tu madre encuentra en ti, que eres su espejo, 
la gracia de su abril, su primavera; 
así, de tu vejez por las ventanas, 
aunque mustio, verás tu tiempo de oro. 

Mas si pasar prefieres sin memoria, 
muere solo y tu imagen morirá. 








SVIII 



¿A un día de verano compararte? 
Más hermosura y suavidad posees. 
Tiembla el brote de mayo bajo el viento 
y el estío no dura casi nada. 
A veces demasiado brilla el ojo 
solar, y otras su tez de oro se apaga; 
toda belleza alguna vez declina, 
ajada por la suerte o por el tiempo. 


Pero eterno será el verano tuyo. 
No perderás la gracia, ni la Muerte 
se jactará de ensombrecer tus pasos 
cuando crezcas en versos inmortales. 



Vivirás mientras alguien vea y sienta 
y esto pueda vivir y te dé vida.




















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